dimarts, 2 de desembre del 2008

La Maestría del Amor - Miguel Ruiz

Dios en ti
Eres la fuerza que juega con tu mente y utiliza tu cuerpo como si fuese su juguete favorito para divertirse. Esa es la razón por la que estás aquí: para jugar y divertirte. Nacemos con el derecho a ser felices, con el derecho a disfrutar de la vida. No estamos aquí para sufrir. Quien quiera sufrir goza de libertad para hacerlo, pero no hay razón para sufrir.


Entonces, ¿por qué sufrimos? Pues porque el mundo entero sufre y pensamos que el sufrimiento es algo normal, y para corroborarlo, creamos un sistema de creencias que apoye esa «verdad». Nuestras religiones nos dicen que hemos venido aquí a sufrir, que la vida es un valle de lágrimas. Sufre hoy, sé paciente, y cuando te mueras, tendrás tu recompensa. Suena bien, pero no es verdad.


Escogemos sufrir porque hemos aprendido a sufrir. Y si continuamos haciendo las mismas elecciones, continuaremos sufriendo. El Sueño del Planeta lleva consigo el sueño de la humanidad, la evolución de los seres humanos, y el sufrimiento es el resultado de esa evolución. Los seres humanos sufrimos porque sabemos, sabemos en qué consisten todas esas creencias, conocemos todas esas mentiras, y como somos incapaces de satisfacer tanta mentira, sufrimos.


No es verdad que tras la muerte se viva en el cielo o en el infierno. Se vive en el infierno o en el cielo, ahora. El cielo y el infierno sólo existen a un nivel mental. Si sufrimos ahora, cuando muramos seguiremos sufriendo, porque la mente no se muere con el cerebro. El sueño continúa, y cuando nuestro sueño tiene lugar en el infierno, nuestro cerebro muere y seguimos soñando en el mismo infierno. La única diferencia entre estar muerto y estar dormido es que, cuando dormimos, nos despertamos porque tenemos un cerebro. Cuando morimos, no podemos despertar porque el cerebro ha dejado de funcionar, pero el sueño está ahí.


El cielo o el infierno están aquí y ahora. No necesitas esperar a morirte. Cuando te responsabilizas de tu vida y de tus actos, tienes el futuro en tus manos, y entonces, puedes vivir en el cielo mientras el cuerpo aún está vivo.


El sueño que la mayoría de los seres humanos crean en este planeta es, obviamente, el del infierno. Esto no es correcto ni incorrecto, ni bueno ni malo, y no hay nadie a quien echarle las culpas. ¿Podemos culpar a nuestros padres? No. Cuando eras pequeño y te programaron lo hicieron lo mejor que pudieron. Si tienes hijos, seguro que tampoco sabes qué otra cosa hacer. Que cobres conciencia no significa que tengas que culpar a nadie más o que tengas que cargar con las culpas por lo que hiciste. ¿Cómo podemos culparnos por tener una enfermedad mental que es muy contagiosa?


Sabes, todo lo que existe es perfecto. Eres perfecto tal y como eres. Esa es la verdad. Eres un maestro. Aunque seas un maestro del enfado y de los celos, tu enfado y tus celos son perfectos. Aunque tengas un gran conflicto en tu vida, es perfecto, es hermoso. Es posible ver una película como Lo que el viento se llevó y llorar por toda esa desdicha. ¿Quién dice que el infierno no es hermoso? El infierno puede ser una fuente de inspiración. Incluso el infierno es perfecto, porque sólo existe la perfección. Incluso aunque sueñes el infierno en tu vida, eres perfecto siendo sencillamente como eres.


Nuestra creencia de que no somos perfectos se debe al conocimiento. El conocimiento no es más que una descripción del sueño. El sueño no es real, de modo que el conocimiento tampoco lo es. Provenga de donde provenga, sólo es real desde una determinada percepción, y una vez que la cambias, deja de serlo. Con este conocimiento nunca llegaremos a descubrir quienes somos. Finalmente, eso es lo que buscamos: encontrarnos a nosotros mismos, ser nosotros mismos y vivir nuestra propia vida en lugar de vivir la del Parásito: la vida para la que fuimos programados.


No es el conocimiento el que nos conducirá hasta nosotros mismos, sino la sabiduría. Tenemos que distinguir entre conocimiento y sabiduría, porque no son la misma cosa. El conocimiento lo utilizamos sobre todo para comunicarnos con los demás y ponernos de acuerdo en lo que percibimos. El conocimiento es la única herramienta que los seres humanos tenemos para comunicarnos, ya que difícilmente nos comunicamos de corazón a corazón. Por lo tanto, lo importante es la manera que tenemos de utilizar ese conocimiento, ya que puede hacer que nos convirtamos en su esclavo y dejemos de ser libres.


La sabiduría no tiene nada que ver con el conocimiento; tiene que ver con la libertad. Cuando eres sabio, eres libre de utilizar tu propia mente y de dirigir tu propia vida. Una mente sana está libre del Parásito; goza de la misma libertad que tenía antes de la domesticación. Cuando sanas tu mente, cuando te liberas del sueño, ya no eres inocente, sino sabio. En muchos aspectos vuelves a ser de nuevo como un niño, salvo por un detalle que cambia mucho las cosas: un niño es inocente y por eso puede hundirse en el sufrimiento y la infelicidad. Quien trasciende el sueño es sabio; esa es la razón por la que no vuelve a hundirse más: porque ahora sabe y cuenta con el conocimiento del sueño.

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