dimecres, 5 de març del 2008

HAY QUE DEJAR DE SUFRIR...

Curar el sufrimiento

Contrariamente a lo que podríamos pensar, dejar de sufrir no depende fundamentalmente de que alguien nos dé unas "herramientas perfectas", sino básicamente de tres cosas:

  • Darnos cuenta de que sufrimos, o lo que lo mismo, ser capaces de observarnos a nosotros y a nuestro sufrimiento.
  • Elegir dejar de sufrir, y manteniendo esta decisión con perseverancia.
  • Dejar de resistirse, al proceso de sanación, a aceptar y expresar conscientemente en un entorno seguro las heridas emocionales y a hacer "lo que toca hacer" en cada momento.

Luego vienen las herramientas, para ayudar a facilitar el proceso, unas más adecuadas que otras dependiendo de la personalidad de cada uno y las circunstancias concretas en las que estemos, pero el proceso básico es ese.

IDENTIFICAR EL SUFRIMIENTO

Podemos decir que sufrimiento emocional es cualquier estado distinto a sentir el amor y la alegría tranquila en nuestro pecho. Cualquier otro estado emocional, mental o físico es indicador de que algo no anda del todo bien, o lo que es lo mismo, hemos encontrado una pista de donde podemos sanar un componente del sufrimiento emocional en nosotros. Esto no quiere decir que tengamos que estar obsesionados con "depurarnos", sino simplemente tomar consciencia de que si queremos tenemos ahí una puerta que explorar.

Cuando abrimos una de esas puertas y comenzamos a bucear en ellas, podemos ver que las emociones se organizan de manera natural en capas por las que vamos a ir pasando, y que a modo de orientación podríamos decir que es algo como esto, de lo más externo a lo más interno:

- Negación, euforia, aburrimiento, cansancio. También dolor físico, resultado de enterrar el dolor emocional.
- Cabreo
- Resignación, auto-castigo, autocrítica, culpa, auto-limitación.
- Miedo
- Dolor, herida emocional

El observador y el escenario

Para que uno pueda "estar bien" cuando las cosas van mal sin caer en la negación es imprescindible que identifiquemos al menos dos partes en nosotros, el yo que experimenta y el yo que observa.

El observador es el punto de partida imprescindible, es la parte interna de nosotros que es capaz no solo de observar y "darse cuenta" de qué ocurre no solo en nuestro entorno físico, sino también en las partes más externas de nosotros: nuestro cuerpo, nuestras emociones, y nuestros pensamientos, como si esas partes de nosotros fueran también parte del escenario.

El observador tiene la curiosa característica de que existe en un "espacio interno de armonía perpetua", desde el cual sin embargo puede ser consciente de la inarmonía "externa". Cuanto más estas en estado de "observador", más sientes la armonía interna. Cuanto más sientes la armonía interna más estas en estado de observador. Normalmente estamos oscilando en estados intermedios, observamos pero aun nos sentimos identificados con el yo externo -el ego, los pensamientos, emociones y sensaciones físicas- y el observador es como una voz, un guía interno que nos apoya y nos ayuda a tomar consciencia del sufrimiento emocional. Pero hay ciertos momentos de sanación emocional, de pequeños "satoris" de comprensión cuando procesamos un asunto emocional que realmente nuestro punto de auto-consciencia da el salto por un momento al otro lado y realmente sentimos que somos el observador y vemos a nuestro ego, nuestra personalidad externa y sus esfuerzos por sanarse con un sentimiento de honor y ternura infinitas, y comprendemos como "todo está bien", que aunque haya problemas por resolver, el escenario en sí es una oportunidad y el hecho de que podamos actuar en el es un regalo. Ahí empezamos a experimentar lo que realmente significa "amarse a uno mismo". Claro que ese estado normalmente dura un momento y pronto volvemos a nuestra perspectiva desde el lado de la personalidad externa, pero esa experiencia queda ahí, hemos abierto un camino y cada vez que lo volvamos a experimentar ensancharemos ese camino.

El proceso llamado Iluminación, al menos su estado más básico ocurre cuando nuestro punto de consciencia se asienta permanentemente "al otro lado", en el "lugar interno de armonía", observando y comprendiendo de esa manera especial que "todo está bien". Pero este estado permanente, al contrario de lo que se suele pensar no, está directamente relacionado con los años de prácticas de trabajo interior, sino que puede suceder a cualquiera espontáneamente, en cualquier momento de la vida. La practicas son una ayuda para acercarnos a ese estado mientras no sucede naturalmente, porque tomamos consciencia de que es más beneficioso para nosotros, y para acostumbrarnos a vivir la vida cotidiana desde esa perspectiva "iluminada" con normalidad, pero el "salto" puede ocurrir en cualquier momento y el único factor que parece ser realmente importante es la no resistencia al proceso.

ELEGIR DEJAR DE SUFRIR

Obstáculos para elegir dejar de sufrir

El sufrimiento es un mecanismo natural desarrollado para ayudarnos a sobrevivir al ayudarnos a identificar las situaciones que nos hacen daño, por lo que cuando nos proponemos ir desactivándolo para comenzar a funcionar con el "programa más refinado" que es la auto-consciencia, nos encontramos con mecanismos de protección que son básicamente miedo, pero que pueden disfrazarse muy habilidosamente en forma de creencias limitativas aparentemente ciertas intelectualmente. Pero con un poco de distanciamiento, observando el cuadro general que nos pintan podemos identificarlas fácilmente porque todas tienen algo obvio en común: defienden o promueven el miedo y el sufrimiento emocional. Y la experiencia de cualquiera que se atreva a bucear en sus emociones es que "el miedo es irreal", o dicho de otra forma, que:

Sufrir nunca está justificado

Todos estos mecanismos de defensa que podríamos llamar "reversos psicológicos", debido a su exceso de apego, se convierten al final en formas de auto-castigo que nos mantienen innecesariamente en el sufrimiento, y pueden ser cosas como:

  • No puedo superar esto
  • No está bien
  • No me lo merezco
  • Estoy aburrido
  • Estoy cansado
  • No tengo tiempo
  • No lo podré soportar
  • No quiero dejar esta emoción
  • No vale la pena
  • ¿Para qué?
  • etc.

Por otro lado hay mitos sociales que contribuyen a justificar nuestros reversos personales, como los prejuicios contra ciertos grupos sociales, sobre los presuntos peligros de leer ciertos libros, o ver ciertas películas - como existía hasta no hace mucho y existe aún en muchos puntos del planeta-, que afortunadamente poco a poco vamos superando, aunque todavía perviven otros, tanto o más peligrosos que todavía pasan demasiado desapercibidos para mucha gente. Quizá dos de los más importantes son:

  • Dejar de ser agresivo equivale a ser débil.
  • Sufrir por amor es la manera más elevada de mostrar amor verdadero.

"Dejar de ser agresivo equivale a ser débil"

Cuando sentimos odio hacia otro puede que nos cueste darnos cuenta que somos nosotros los que estamos sufriendo mientras odiamos, pensamos que castigamos con nuestro odio a quien odiamos, pero en cuanto buceamos un poco en ese odio vemos que solo nos castigamos a nosotros mismos y lo que hacemos mientras mantenemos el odio es cederle el poder sobre nuestro bienestar precisamente a la persona que menos desearíamos que lo tuviese.

Sin embargo el odio y la agresividad juegan como animales que somos un papel fundamental en nuestra supervivencia, y cuando elegimos conscientemente dejar de odiar, porque comprendemos que es un mecanismo muy limitado y que a la larga nos causa daño a nosotros, puede que surge el miedo a quedar indefensos, pero una vez que nos acostumbramos a funcionar de otra manera vemos que es justo lo contrario: cuando dejamos de odiar (sufrir) -no porque nos lo impongamos, sino porque liberamos nuestro dolor- como hemos dicho, nuestras emociones se aclaran, comprendemos lo infantil y ridículo que es ver a un adulto cabreado como un niño pequeño, y lo más importante, podemos ser más conscientes de los peligros reales y de las medidas objetivamente más eficientes a tomar para evitarlos o mitigarlos. Tememos que al perder nuestra agresividad perdemos nuestra consciencia del peligro, pero en realidad es justamente lo contrario. .

La conocida frase cristiana de "poner la otra mejilla" ha provocado mucha confusión al respecto al interpretarla en el sentido físico cuando su verdadero sentido es aplicada al plano emocional: por mucho que me provoques yo elijo mantener mi bienestar interior, lo que no tiene nada que ver con que si tu me atacas físicamente yo me puedo defender porque tengo el mismo derecho que tu a vivir y a mantener mi integridad y mi bienestar físico.

Para quienes teman caer en un "exceso de bondad", la imagen más clara de esto es la actitud del maestro de artes marciales, que cuanto más serenidad interior tiene -más paz interior, amor hacia sí mismo y hacia su contrincante- más eficiente es en el combate exterior, en la mayoría de las ocasiones porque consigue que ni siquiera se inicie al sanar el dolor emocional del potencial agresor que causaba su necesidad de violencia.

El "honor" de sufrir por amor

Cuando sufrimos porque alguien cercano está enfermo o en peligro, por ejemplo, puede que nos surja la culpa de ser egoístas y preocuparnos más por nosotros que por los demás. Pero la pregunta clave en esta situación es: ¿En que ayuda tu sufrimiento a la persona a la que quieres?

En la sociedad en la que vivimos tradicionalmente se ha asociado el sufrimiento con el supuesto amor, elogiando el "sufrir por amor" como la forma más elevada de demostrar amor verdadero, pero si buceamos en el origen de ese sufrimiento NUNCA encontramos el amor como origen del mismo, sino que encontramos culpa, sentimiento de impotencia, odio hacia quien le pueda hacer daño a la persona querida, miedo a que la persona se muera o nos abandone etc. etc., es decir, dolor emocional. Alabar el sufrimiento justificándolo con el amor es de las cosas más absurdas -por no decir retorcidas- que se pueda hacer, puesto que técnicamente, desde un punto de vista psicológico:

El sufrimiento es ausencia de amor.

Y si nosotros sentimos dolor, ¿como vamos ayudar a alguien a que no lo sienta? Si tú sufres por alguien, aunque tu intención sea otra, el hecho empírico es que estás contribuyendo a que siga sintiéndose mal. La vieja supuesta norma de bondad de "el otro antes que yo" es solo un camino al victimismo, que es la otra cara del egoísmo del "yo antes que el otro". Para dar hay que abrirse a recibir, al igual que para recibir hay que abrirse a dar. Si lo piensas en global, si tú te pones mal para que otro se ponga bien, el balance global es el mismo. La humildad no consiste en ser menos que el otro, sino en valorar al otro como un igual.

Si alguien a tu lado sufre, lo mejor que puedes hacer es dejar de sufrir y sentir tu paz interior para ayudar a que la otra persona siga tu camino. Y además si tú tienes paz interior y energía, tu mente estará mucho más clara para encontrar soluciones armónicas al problema "técnico" que pueda tener la otra persona.

El camino del amor - Los 11 pasos

1. Primero, contigo mismo.
Sólo cuando estás bien contigo mismo puedes estar bien con los demás

2. Manejar la soledad.
Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación.

3. Sólo se da lo que se tiene.
Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar, porque nadie puede dar lo que no tiene.

4. Paz interior.
Ninguna relación te dará la paz que tú mismo no crees en tu interior.

5. Fantasía que genera frustración.
Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía que sólo trae frustraciones.

6. Autonomía.
Ninguna relación te brindará felicidad que tú mismo no construyas.

7. Autosuficiencia.
Sólo podrás ser feliz con otra persona cuando, bien convencido, seas capaz de decirle: "No te necesito para ser feliz".

8. Independencia.
Sólo podrás amar siendo independiente hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices querer.

9. Requerimientos.
Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, autoestima, y la práctica de una libertad responsable.

10. Autoestima y madurez.
Ámate a ti mismo, madura, y el día que puedas decirle a esa otra persona "Sin ti me la paso bien", ese día estarás preparado para vivir en pareja.

11. Compartir.
Dos personas que vivan en pareja podrán ser felices sólo cuando se hayan unido para compartir su felicidad, no para hacerse felices la una a la otra.

Conclusión:

"Dos personas se aman únicamente cuando son capaces de vivir la una sin la otra, pero deciden vivir juntas"

diumenge, 2 de març del 2008

Mikhaïl Naimy, EL LIBRO DE MIRDAD.

Cap. 35: Fulgores en el camino que conduce a Dios

En el silencio de esta noche, Mirdad iluminará con fulgores vuestro camino hacia Dios:

Evitad las discusiones. La verdad es un axioma que no necesita ser demostrado. Todo lo que necesita se sustendado con argumentos y pruebas, más tarde o más temprano, será demolido con pruebas y argumentos.

Demostrar algo es negar su opuesto. Demostrar lo opuesto es negar lo que había sido afirmado. Dios no tiene opuestos. ¿Cómo podríais demostrar su existencia o negarla?

Para ser instrumento de la Verdad, la lengua no debe ser jamás mayal, garfio, veleta, acróbata o barrendero.

Habla para aliviar al que está sin habla. Callad para aliviaros.

Las palabras son barcos que navegan por los mares del espacio y atracan en muchos puertos. Tened cuidado con lo qué cargáis; pues habiendo seguido su curso, terminarán por descargar su carga en vuestra puerta.

Lo que la escoba es para la casa, la búsqueda de si mismo lo es para el corazón. Barred bien vuestros corazones.

Un corazón bien barrido es una fortaleza inexpugnable.

Tal como vosotros os alimentéis de los hombres y de las cosas, así ellos y ellas se alimentarán de vosotros. Sed alimento saludable para el prójimo, si no queréis ser envenenados.

Si dudaseis sobre el próximo paso que debáis dar, permaneced quietos.

Vosotros sois desagradables a las cosas que os desagradan. Apreciadlas y dejadlas en paz, apartando así su obstáculo de vuestro camino.

Lo más insoportable molestia es considerar algo como molesto.

Escoged entre estas dos cosas: poseer todo o no poseer absolutamente nada. Ningún término medio es posible.

Toda piedra de tropiezo es un aviso. Leed cuidadosamente la advertencia y la piedra se transformará en un faro.

Lo recto es hermano de lo torcido. Lo primero es un atajo, lo segundo es un camino indirecto. Tened paciencia con lo tortuoso.

La paciencia es salud cuando se apoya en la Fe. Cuando no está acompañada de la Fe , es parálisis.

Ser, sentir, pensar, imaginar saber, es el orden de las principales etapas en el circuito de la vida humana.

Cuidaos de elogiar o de recibir elogios, aunque sean sinceros y merecidos. En cuanto a la lisonja, sed sordos y mudos a sus pérfidas promesas.

Tomáis prestado todo cuanto dais, cuando sois conscientes de estar dando.

En realidad, no podéis dar nada que sea vuestro. Sólo podéis dar a los hombres aquello de lo que sois depositarios para ellos. Aquello que en verdad es vuestro —que es exclusivamente vuestro— no lo podríais dar aunque quisieseis.

Conservaos equilibrados y seréis el patrón y la balanza para que los hombres se midan y se pesen a sí mismos.

No hay pobreza ni riqueza. Existe la habilidad de usar las cosas.

Realmente pobre es aquél que usa mal lo que tiene, rico quien usa bien lo que posee.

Incluso un mendrugo de pan enmohecido puede ser una riqueza incalculable. Como asimismo un granero rebosante de oro, puede ser una irremediable pobreza.

Cuando convergen muchos caminos no dudéis sobre el que habéis de tomar. Para el corazón que busca a Dios, todos los caminos conducen a Él.

Aproximaos reverentemente a todas las formas de vida. En la más insignificante de ella, está escondida la llave de la más significativa.

Todas las formas de vida son significativas. Sí, maravillosas, incomparables e inimitables. La vida no se ocupa de niñerías inútiles.

Para salir de los talleres de la naturaleza, la obra necesita ser merecedora del amoroso cuidado de la naturaleza y del más meticuloso arte. ¿No será, también, merecedora de vuestro respeto?

Si los mosquitos y las hormigas merecen respeto, ¿qué decir de nuestros semejantes?

No despreciéis a nadie. Es mejor ser despreciado por todos los hombres que despreciar a uno sólo de ellos.

Despreciar a un hombre es despreciar al Micro-Dios que hay en él. Y despreciar al Micro-Dios en cualquier hombre, es despreciar-le en vosotros mismos. ¿Cómo podría alguien llegar a su puerto seguro, si menosprecia al único piloto que le podría conducir a ese puerto?

Mirad hacia arriba para poder ver lo que está debajo. Mirad hacia abajo, para que podáis ver lo que está arriba.

Descended todo cuanto hayáis subido; en caso contrario, perderéis el equilibrio.

Hoy sois alumnos; mañana seréis maestros. Para ser buenos maestros tenéis que ser buenos alumnos.

No debéis intentar eliminar el mal del mundo; pues incluso la hierba dañina sirve de buen abono.

El entusiasmo mal aplicado, a menudo mata al entusiasta.

No solamente los árboles altos y frondosos componen el bosque. Es necesario que también haya algunos arbustos y trepadoras.

La hipocresía puede ser conservada encubierta durante algún tiempo, pero no para siempre; ni tampoco puede ser destruida o exterminada.

Las pasiones oscuras se generan y prosperan en las tinieblas. Colocadlas a la luz, y su generación disminuirá.

Si de entre mil hipócritas consiguieseis llevar a uno sólo a la sencilla honestidad, en verdad os digo que grande habría sido vuestro éxito.

Poned un faro en lo alto y no vayáis llamando a los hombres para que lo vean. Aquéllos que necesiten luz no precisarán que les invitéis a ello.

La sabiduría es una carga para el semi-sabio, del mismo modo que la tontería lo es para el tonto. Ayudad al semi-sabio a cargar su carga y dejad de lado al tonto; el semi-sabio podrá enseñarle mejor que vosotros.

Muchas veces hallaréis que vuestro camino es intransitable, sombrío y solitario. Sed perseverantes y continuad afanosamente recorriéndolo; al girar en cada recodo encontraréis un nuevo compañero.

Ningún camino del espacio inviolado está aún inexplorado. Cuando las huellas son escasas y distantes unas de otras, el camino es seguro y recto, aunque rudo y solitario en algunos trechos.

Los quías pueden mostrar el camino a aquéllos a quienes debe ser mostrado, pero no les pueden obligar a recorrerlo. Acordaos que sois guías.

Para guiar bien, se necesita estar bien guiado. Confiad en vuestro guía.

Muchos os dirán: “Mostradnos el camino”. Muy pocos, poquísimos, os dirán: “Por favor, guiadnos por el camino”.

El camino de la Realización, esos pocos valen más que los otros muchos.

Arrastraos donde no podáis andar. Andad donde no podáis correr. Corred donde no podáis volar. Volad donde no podáis hacer parar todo el universo dentro de vosotros.

Levantad, no sólo una vez, ni dos, ni cien, al hombre que tropieza cuando intenta seguir vuestra orientación. Continuad levantándole hasta que ya no tropiece más, recordando que también vosotros fuisteis criaturas.

Ungid vuestros corazones y vuestras mentes con el perdón, para que podáis tener sueños ungidos.

La vida es una fiebre de intensidad variable y de diversas especies, según la obsesión de cada hombre; y los hombres están siempre delirando. Bienaventurados los que deliran con la Sagrada Libertad que es el fruto de la Sagrada Comprensión.

Las fiebres del hombre son transmutables. La fiebre por la guerra puede ser transmutada en fiebre por la paz; la fiebre por acumular riqueza puede ser transmutada en fiebre para acumular riqueza, puede ser transmutada en fiebre por acumular amor. Esa es la alquimia del Espíritu, que sois llamados a practicar y enseñar.

Pedid vida para el que esté muriendo; y para el que esté viviendo pedid muerte. Mas para aquél que anhela la Realización, rogad que se libere de ambas.

Grande es la diferencia entre “poseer” y ¡ser poseído”. Poseéis solamente aquello que amáis. Aquello que odiáis os posee. Evitad ser poseídos.

Más de una Tierra recorre su órbita por los vacíos del tiempo y el espacio. La vuestra es la más joven de la familia. ¡Y qué criatura tan robusta!

Un movimiento estacionario, ¡qué paradoja! Sin embargo, tal es el movimiento de los mundos en Dios.

Mirad los dedos de vuestras manos si queréis saber cómo las cosas diferentes pueden ser iguales.

El azar es el juguete de los sabios… los tontos son el juguete del azar.

Nunca os quejéis de nada. Quejarse de algo es transformarlo en castigo del que se queja. Soportarlo bien es castigarlo bien. Pero comprenderlo es convertirlo en un siervo fiel.

Muchas veces sucede que el cazador, al apuntar a una corza, dispara y yerra, matando a una liebre cuya presencia no había notado. El cazador hábil dirá en ese caso: “Era realmente a la liebre a la que había apuntado, y no a la corza. Y obtuve mi pieza”.

Apuntad bien y cualquier resultado será un buen resultado.

Lo que llega a vosotros es vuestro. Lo que se demora en llegar no merece la pena ser esperado. Dejad que lo que se demora, espere.

Jamás erraréis un objetivo si aquello a lo que apuntáis os apunta.

Un objetivo que se yerra es siempre un objetivo alcanzado. Haced que vuestros corazones estén a prueba de decepciones.

Las decepciones son aves de rapiña empolladas por corazones débiles, criadas con la carroña de sus abortadas esperanzas.

Una esperanza que se realiza se transforma en madre de muchas esperanzas abortadas. ¡Cuidado! No concertéis el matrimonio de vuestros corazones con la esperanza, si no queréis que ellos se transformen en cementerios.

Una de cada cien huevas desovadas por un pez puede dar fruto. Sin embargo, las otras noventa y nueve no se desperdician. La naturaleza se muestra así, tan pródiga y tan discriminadamente indiscriminada. Sed igualmente pródigos y discriminadamente indiscriminados al sembrar vuestros corazones y vuestras mentes en los corazones y mentes de los hombres.

No esperéis recompensa alguna por el trabajo hecho. El propio trabajo es recompensa suficiente para el trabajador que ama su trabajo.

Recordad la Palabra Creadora y el Equilibrio Perfecto. Cuando hayáis alcanzado ese Equilibrio por medio de la Sagrada Comprensión, sólo entonces os habréis vuelto vencedores y vuestras manos colaborarán con las manos de Dios.

Puedan la paz y el silencio de esta noche vibrar en vosotros hasta que los sumerjáis en la paz y el silencio de la Sagrada Comprensión.


Así enseñé a Noé.

Así os enseño a vosotros.