dimarts, 17 d’agost del 2010

LOS DIEZ PRINCIPIOS DE LA FELICIDAD

l.- Nadie va a darme la felicidad, sólo yo puedo conseguirla. En este primer pensamiento, el ser humano toma la responsabilidad de su vida e inicia una búsqueda y un esfuerzo por encontrar eso que tanto busca.

2.- Yo soy un ser único en toda la tierra, nadie me comprende mejor que yo, y nadie sabe lo que yo necesito mejor que yo. En este segundo principio se dan las bases para eliminar cualquier ofensa que las personas reciban de parte de otras; cualquier comentario que deprima a una persona podrá ser nulificado bajo este principio, ya que la persona reconoce que nadie puede opinar acerca de ella, puesto que nadie la conoce mejor que ella misma.

3.- Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer, y lo que siembre ahora será lo que reciba mañana. Este tercer principio permite al ser humano reconocer que los problemas actuales son resultado de acciones incorrectas del pasado, pero que, por lo mismo, el momento presente es el indicado para ir sembrando un futuro.

4.- Ni el pasado ni el futuro pueden lastimarme, sólo el presente tiene valor en mi vida. Entendiendo este cuarto principio, la persona le dará todo el valor que tiene su momento presente y le restará importancia a los hechos pasados que le causan remordimientos, y a los hechos futuros que le causan angustia.

5.- Sólo yo decido lo que debo hacer en este momento. Es decir, el ser humano entiende que las influencias ajenas son tan sólo eso, influencias, y él es el único que puede decidir qué hacer en ese instante.

6.- Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas. Es decir, si hemos de actuar en el tiempo presente, tendremos que hacerlo en paz y con amor, pues de esta manera, las acciones que
tomemos estarán inspiradas en nuestra más alta capacidad tanto de servicio como de inteligencia.

7.- En mis decisiones tomaré siempre en cuenta el beneficio de los demás. Es decir, tomaré aquellas decisiones que beneficien a la mayor cantidad de personas; de esta forma, mi vida se estará encaminando hacia la más alta gloria que es la de recibir la compensación por el servicio prestado a los demás.

8.- Mi cara es el reflejo de mi estado interior. Es decir, cuidemos siempre el aspecto de nuestro rostro, adornémoslo siempre con la sonrisa, y que los ojos se encuentren siempre prestos a mandar una mirada de amor, porque de esta forma estaremos reflejando la serena armonía de quien ha aprendido a caminar en el sendero de la felicidad.

9.- Soy un hombre al servicio de la humanidad. Es decir, todo lo que yo haga, todo lo que yo diga, todo lo que yo piense o sienta, servirá para gloria de la humanidad, o bien, para perdición de ella.

10.- Yo tengo una misión en la vida, ser feliz y hacer feliz a los demás. Este último principio da sentido a nuestra existencia, y, a la vez, orienta nuestros esfuerzos hacia el beneficio de toda la humanidad.


Kwan Yin

UN CUENTO DE KHALIL GIBRAN


"Yo estaba caminando por el jardín de un asilo de locos, cuando encontré a un joven leyendo un libro de filosofía. Por su forma y por la salud que mostraba no combinaba mucho con los otros internos. Me senté a su lado y le pregunté: ¿Qué estás haciendo aquí?

El me miró sorprendido, pero viendo que yo no era uno de los médicos respondió:
"Es muy simple:
Mi padre, un brillante abogado, quería que yo fuera como él.
Mi tío que tenía un alto puesto comercial, quería que yo siguiera su ejemplo.
Mi madre deseaba que yo fuera la imagen de su adorado padre.
Mi hermana siempre me citaba a su marido como ejemplo de un hombre de éxito.
Mi hermano trataba de entrenarme para que yo fuera un buen atleta como él.

Y lo mismo ocurría con mis profesores en la escuela, el maestro de piano, el tutor de inglés; todos estaban convencidos y seguros de que eran el mejor ejemplo a seguir.
Nadie me miraba como se debe mirar a un hombre, sino como se mira un espejo. Así fue que decidí internarme en este asilo.

Por lo menos aquí puedo ser yo mismo."

dilluns, 16 d’agost del 2010

"La mafia médica" (La Vanguardia)

Este es un artículo publicado en La Vanguardia del 27/11/2002 , es una entrevista
antigua pero creo que de gran interés. Entrevista realizada por Victor-M.Amela a
Ghislaine Lactot, ex médico y autora del libro "La mafia médica", en el que
cuestiona el sistema médico actual.

Tengo 61 años y nací en Montreal (Canadá). Fui médico y hoy soy Ghislaine Lactot médico del alma. Me he divorciado dos veces y tengo cuatro hijos (de 37 a 28 años) y cuatro nietos.
¿Política? ¡Soberanía individual! Cree en ti: eres divino y lo has olvidado. La
medicina actual fomenta la enfermedad, no la salud: lo denuncio en mi libro “La
mafia médica”.

Estoy griposo, ¿qué me receta?

–Nada.

¿Ni un poquito de Frenadol?

-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.

Pero, ¿me meto en la cama o no?

–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!

¡A los virus les da igual lo que yo crea!

–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.

Pues sí, como todos...

–Pues allá usted... Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en
cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado
últimamente.. .

¿Se ha “regalado” una gripe, dice?

–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te
haces para encontrarte contigo mismo.

Pero nadie desea una enfermedad.. .

–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te
sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo
mismo!

Quizá sea más práctica una pastillita.. .

–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan,
traen siempre muertes.

No me dirá ahora que la medicina mata...

–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de
efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos
hospitalarios.

Morirían igual sin medicamentos, oiga.

–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina
de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de
vida.

¿Medicina de enfermedad? Acláremelo...

–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba
de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso
total.

Prefiere medicinas alternativas, pues...

–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: las diferentes tecnicas que
abordan la energia del alma (¡será la medicina del siglo XXI! solo se reconoce
la homeopatia ,acupuntura, fitoterapia, reflexoterapia, masoterapia. ..la
practica del yoga..la meditacion .. . todo aquella que represente el encuentro
con tu alma Son menos peligrosas tambien es necesario saber que el terapeuta
debe tener una adecuada preparacion basada en la identificacion con el poder
sanador que subyace dentro del proceso psiquico que enferma el
cuerpo.

Pero no te salvan de un cáncer.

–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?

Puede hacerlo, sí.

–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones,
mutilarte con extirpaciones. ..

¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la
paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu
alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas... , ¡no habrá
cáncer!

Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?

–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina
tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad,
convicción, delicadeza, terapias suaves...

Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.

–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo... Y si tu alma
está en paz, eso jamás te hará falta.

Bien, pues tengamos el alma pacificada.. . pero, por si acaso, pongámonos vacunas.

–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y
cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la
hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?

Les he hecho inyectar ya varias...

–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé... ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus
hijos!

Yo creo que seguiré vacunándolos. ..

–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero
siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos
secundarios. ..

¿Por qué abominó usted de la medicina?

–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a
tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria
médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos
enfermos! Lo denuncié... y me echaron del Colegio de Médicos.

O sea, ya no puede usted recetar...

–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando
en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando
dinero!

¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?

–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian,
a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por
ignorancia). .. ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!

No escoge usted enemigos pequeños...

–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.

¿Cuál ha sido su última enfermedad?

–Hace dos días, ja, ja... ¡una diarrea!

Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?

–Oh, no sé, no lo he analizado... Me he limitado a no comer... ¡y ya me siento bien!

Pero se pasa mal, ¿eh...?

–Ja, ja... Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un
salvador... Tu salvador vive dentro de ti. Tu salvador eres tú. ¡Tú eres
Dios!

"Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las
circunstancias. "

John Lodke

AGRADECER ES EL ARTE DE SABER VIVIR EN ARMONÍA

Algo muy simple, pero maravilloso es bendecir y agradecer cada noche y mañana a esa Presencia Magnífica de Vida que anima la mente y el cuerpo. Es algo muy importante sentir profundamente esta acción de gracias por la Presencia de la Vida, que contiene dentro de Ella misma todas las cosas.

Solamente tienes que estar agradecido a la Vida por todo lo que Ella es y contiene. La misma Presencia de la Vida nos capacita para hacer las cosas de las cuales estamos conscientes y deseamos hacer, porque no podemos movernos sin esta Presencia, no podemos ni pensar sin Ella.

“En la expresión del Amor Divino no hay probablemente un matiz de este Amor que atraiga mas bendiciones que la expresión de la Gratitud.

Cuando estáis agradecidos toda la energía de vuestro cuerpo emocional está, no solamente en armonía, sino que hay una emisión y una expansión de la Luz en vuestras propias corrientes de Vida, porque la expresión de la Gratitud permite a ese Glorioso ser de Luz que es vuestra Poderosa Presencia Yo Soy intensificar el Rayo de Luz que entra en el cuerpo por lo alto de la cabeza y que esta anclado en el corazón.

Si un gran sentimiento de Gratitud hacia toda la Vida se emitiera constantemente a través de vuestras formas físicas, vuestros sentimientos y pensamientos, todas vuestras llamadas se ejecutarían con una rapidez y poder que os asombrarían.

Estad agradecidos por todo lo que la Vida os da, aún las llamadas “más pequeñas cosas”, y la Vida os devolverá esa gratitud colmándoos de bendiciones. Toda vida responde a un ser verdaderamente agradecido.

La gratitud es lo opuesto al egoísmo y el mundo necesita de este sentimiento para ser confortado.

Estad agradecidos por conocer estas enseñanzas, a vuestra Divina Presencia, a los Maestros de Amor y Sabiduría, y trasladad esta gratitud a todos los que de una u otra forma os asisten a hacer una vida en este plano, sea de vuestras familias o asociaciones que seguramente están esperando por vuestro sentimiento de gratitud que abra las puertas a una mejor convivencia. Agradeced cada experiencia agradable o lo contrario, porque a través de ellas estáis creciendo y ofreced a esas energías la gratitud de la transmutación que las retorne a un estado de Luz por el cual cantaran hosannas de gratitud.

Afirmación sugerida:

“Yo Soy agradecido… Yo Soy agradecido… Yo Soy agradecido…”

diumenge, 15 d’agost del 2010

Y TÚ, ¿ DE QUÉ ERES ESCLAVO?

¿De las heridas que recibiste cuando eras pequeño?, ¿De tus traumas de la infancia? ¿De lo que alguien más decidió que fueras? ¿De una relación que no te satisface? ¿De un trabajo que no disfrutas? ¿De la rutina de tu vida? ¡Ya libérate! ¡Tira ya ese costal que llevas en la espalda en el que guardas el resentimiento, el rencor y la culpa. Deja ya de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha bien en tu vida. Cada día tienes la oportunidad de empezar otra vez. Cada mañana, al abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para cambiar lo que no te gusta y para mejorar tu vida. La responsabilidad es toda tuya.

Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja, de tus amigos, de tu pasado, depende sólo de ti. ¿Qué es lo que te tiene paralizado? ¿el miedo al rechazo?, ¿al éxito?, ¿al fracaso? ¿al qué dirán? ¿a la crítica? ¿a cometer errores? ¿a estar solo?

¡Rompe ya las cadenas que tú mismo te has impuesto! A lo único que le debes tener miedo es a no ser tú mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que quieres, a desaprovechar esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas, de compartir lo que tienes. Tú eres parte de la vida y como todos, puedes caminar con la frente en alto. Los errores del pasado ya han sido olvidados y los errores del futuro serán perdonados. Date cuenta de que nadie lleva un registro de tus faltas, sólo tú mismo. Ese juez que te reprocha, ese verdugo que te castiga, ese mal amigo que siempre te critica, ¡eres tú mismo! Ya déjate en paz, ya perdónate, sólo tú puedes lograrlo.

¿Cuándo vas a demostrar tu amor a tus seres queridos? ¿Cuándo te queden unos minutos de vida? ¿Cuándo les queden a ellos unos minutos de vida? El amor que no demuestres hoy, se perderá para siempre. Recuerda que la vida es tan corta y tan frágil que no tenemos tiempo que perder en rencores y estúpidas discusiones. Hoy es el día de perdonar las ofensas del pasado y de arreglar las viejas rencillas. Entrégate a los que amas sin esperar cambiarlos, acéptalos tal como son y respeta el don más valioso que han recibido: su libertad.


Disfruta de tus relaciones sin hacer dramas. Si pretendes que todos hagan lo que tú quieres o que sean como tú has decidido, si pretendes controlar a los que te rodean, llenarás tu vida de conflicto. Permite a otros que tomen sus propias decisiones como has de tomar las tuyas, tratando siempre de lograr lo que es mejor para todos. Así podrás llenar tu vida de armonía. Y, por último, ¿Qué estás esperando para empezar a disfrutar de tu vida? ¿Que se arreglen todos tus problemas? ¿Que se te quiten todos tus traumas? ¿Que por fin alguien reconozca tu valía? ¿Que llegue el amor de tu vida? ¿Que regrese el que se fue? ¿Que todo te salga como tú quieres? ¿Que se acabe la crisis económica? ¿Que te suceda un milagro? ¿Que por arte de magia todo sea hermoso y perfecto? ¡Despierta ya hermano! ¡Despierta ya hermana! ¡Esta es la vida!

La vida no es lo que sucede cuando todos tus planes se cumplen, ni lo que pasará cuando tengas eso que tanto deseas. La vida es lo que está pasando en este preciso instante. Tu vida en este momento es leer este párrafo, donde quiera que lo estés haciendo y con las circunstancias que te rodean ahora. En este momento tu corazón lleva sangre a todas las células de tu cuerpo y tus pulmones llevan oxígeno a donde se necesita. En este momento algo que no podemos comprender, te mantiene vivo y te permite ver, pensar, expresarpte, moverte, reír, ¡hasta llorar si quieres! No te acostumbres a la vida, no te acostumbres a despertar todos los días y estar aburrido, o malhumorado, o preocupado. Abre tus ojos y agradece todas las bendiciones que puedes ver, agradece tu capacidad de oír el canto de los pájaros, tu música preferida, la risa de tus hijitos. Pon tus manos en tu pecho y siente tu corazón latir con fuerza diciéndote:

"Estás vivo, estás vivo, estás vivo".


Yo sé que la vida no es perfecta, que está llena de situaciones difíciles. Tal vez, así es como se supone que sea. Tal vez por eso se te han brindado todas las herramientas que necesitas para enfrentarla: Una gran fortaleza que te permite soportar las pérdidas, la libertad de elegir cómo reaccionar ante lo que sucede, el amor y el apoyo de tus seres queridos. Sé también que tú no eres perfecto, nadie lo es. Y sin embargo, millones de circunstancias se han reunido para que existas. Fuiste formado a partir de un diseño maravilloso y compartes con toda la humanidad sus virtudes y defectos. Así está escrito en tus genes, en los genes de todos los seres humanos que han existido y en todos los que existirán.


Tus pasiones, tus miedos, tus heridas, tus debilidades, tus secretos y tu agresión, los compartes con todos tus hermanos.


¡Bienvenido a la raza humana!

Esos supuestos defectos son parte de tu libertad, parte de tu humanidad. Si te preguntas ¿Quién soy yo para decirte todo esto? Te contestaré que no soy nadie, soy simplemente una versión diferente de lo que tú eres. Otro ser humano más entre miles de millones, pero uno que ha decidido ser libre y recuperar todo el poder de su vida …


Espero que tú también decidas hacerlo!!!

Williams Andrade

LA TOLERANCIA

El aprendizaje de la tolerancia es el camino hacia la convivencia.

Saber convivir es saber respetarnos.

No es fácil, ya que para ser tolerantes debemos acallar el egoísmo y el orgullo.
Pero es mediante el ejercicio diario de la tolerancia como logramos construir la hermandad y derribar los muros del odio y la injusticia.

El diccionario de la Real Academia define así esa valiosa virtud llamada tolerancia:

'Tolerancia es soportar al otro con la intención de entenderlo mejor. Sólo a partir de esa mejor comprensión se ordenan los conflictos de intereses y los derechos de los contrincantes.
La tolerancia exige coraje'.

Y podemos ir más allá de ésta definición y afirmar que la tolerancia nos mueve a aceptar al otro con amor, más que a soportarlo. Nos mueve a ponernos en su lugar, a valorar las diferencias y a dejar que el otro viva su vida sin manipularlo ni presionarlo.
Como toda virtud es recíproca, el otro también nos respeta y así logramos convivir en armonía.

No es fácil, pero es mejor amarnos que odiarnos y agredirnos.


Willyam Andrade


CLAVES PARA SER TOLERANTES

Hay quienes creen que tolerar es aguantar. Pero en realidad se trata de un principio de vida que bastante falta nos hace, y que equivale a respeto, comprensión y adaptación hacia los demás.

Ser tolerante es básicamente una capacidad de adaptación, en mayor medida a todo lo que se presenta fuera de sí mismos, pero en ciertas ocasiones exige serlo también hacia adentro, pues no todas las personas tienen el mismo grado de tolerancia.

Se es intolerante cuando se siente que otros invaden el espacio, pero en el sentido de que lo que hacen o dicen toca las fibras del dolor; pero es precisamente cuando los episodios de dolor son repetitivos, que se requiere urgentemente hacer de la tolerancia un principio fundamental y cultural.

Todos los días tú te enfrentas a situaciones que exigen 'respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes de las tuyas'.
Por eso, en esta oportunidad quiero presentarte algunas pautas para aprender a ser tolerante:

Antes de enfrentarte al mundo exterior no sobra ''mirar hacia adentro'' Si te levantaste con la depresión o te sientes muy sensible, es mejor que te enteres primero de ese estado que los demás, porque seguro a veces puedes soportar un situación, pero otras no, y lo menos que puedes hacer, es desahogarte con quien nada tiene que ver.

Comienza por entender las razones por las cuales te sientes especialmente intolerante: te llegaron todas las deudas al mismo tiempo, tu pareja fue indiferente esa mañana, tu vecino de nuevo hizo rumba hasta la madrugada, etc., etc. Si lo analizas y lo aceptas, la carga de problemas será más liviana.

Ser tolerante no implica que debas tragarte todos tus odios y que reacciones con la paciencia de un santo. Si te molesta algo de alguien, díselo. Y si tienes que ponerte bravo, permítetelo también, pero dentro de los límites.

La vida está hecha de complicaciones por doquier, pero se hace más armoniosa cuando tú sabes digerir los problemas y aceptas las diferencias y las cargas de los demás.

La tolerancia exige comprensión, capacidad de entendimiento y flexibilidad. No cierres la puerta frente a los conflictos de los demás. Esto no implica que seas tú el que le resuelva sus vidas, pero tampoco te comportes con implacable indiferencia.

Escuchar es el mejor ejercicio, aún frente a los temas que crees no puedes tolerar y en los que sientes que nadie te puede cambiar de opinión.

El tolerante siempre busca soluciones y se adapta a los cambios. En lugar de ahondar en el problema, toma un tiempo prudente para pensar en las salidas. No todas las situaciones lo permiten, pero hacerlo facilita las cosas para ambas partes.

Frente a las adversidades o diferencias con los demás, no actúes con demasiado optimismo o pesimismo. El optimista en extremo ve siempre todo bien y tiene poca visión ante los problemas.

Ten en cuenta las razones y motivos de los otros para actuar. Así como tú puedes estar hipersensible, los demás también.

Expresa tus necesidades y deseos con claridad para que los demás sepan exactamente hasta dónde pueden contar contigo.

Mira siempre las cosas en su contexto y no te fijes únicamente en los detalles o hechos insignificantes, que le restan trascendencia a una situación mayor.

En cada una de tus relaciones, nuevas o no, comprende que la perfección no existe y que por lo tanto tú y los demás, cometen errores. Si entiendes esto, cada vez que te toque abordar a alguien, en cualquier circunstancia podrás hacer mejores vínculos con los demás.

Vive el día con sus propios placeres y preocupaciones. No cargues con el pasado, pues en la medida que vives el presente, la vida se te tornará más liviana y llevadera para contigo mismo y los demás.

EL MILAGRO DE CURARNOS




Por Fernando Callejón


En algún momento de nuestra vida, quizás no todos, pero sí la mayoría, sufrimos una enfermedad. El concepto que tenemos sobre ella no es un pensamiento más. Es una creencia, la de estar poseídos por una fuerza que no nos pertenece y que nos ataca. Si bien esta creencia es universal, no todos la vivimos de la misma forma. En occidente, ha sido reforzada por la presencia de un sistema médico que ha obtenido un gran poder que lo ha legalizado colectivamente.

Podemos decir que la enfermedad es un invento. Como la luz eléctrica. La luz siempre existió pero lo que hizo el hombre fue poder manejarla y eso le dio poder. El malestar orgánico o emocional siempre existió pero lo que hizo la medicina fue clasificarlo y eso le dio poder. La creencia sobre la enfermedad no solo es la de una fuerza que nos ataca sino que a partir de esa clasificación, es la de una fuerza que un grupo de personas (los científicos-médicos) puede dominar. O por lo menos ostenta un saber sobre ella y puede ejercer influencia sobre su evolución.

Esta influencia ha crecido desproporcionadamente en relación al saber. Actualmente las llamadas enfermedades son desmesuradamente influenciadas por la acción médica sin que haya un saber que sustente lógicamente esa influencia. Se actúa sobre ellas sabiendo muy poco sobre el origen de la enfermedad y mucho menos sobre el sentido de la misma.

Pensemos en un simple resfriado. Se atribuye a un virus pero no se lo combate a él sino al resfriado. Se lo trata de abortar. Se usan antihistamínicos para que las secreciones disminuyan y muchas veces antibióticos porque se habla de alergias bacterianas o complicaciones infecciosas imposibles de comprobar. Esta metodología que influencia el curso de la enfermedad se basa en la misma teoría que sostiene que el sol gira alrededor de la tierra; la observación superficial de un fenómeno sin preguntar nada sobre las características del objeto sobre el cual el fenómeno actúa. Si la física dependiera de los médicos, hoy seguiríamos creyendo que a la mañana el sol está en el este porque a la tarde giró alrededor nuestro.

Pensemos en un tumor. Un pedazo de carne que sobra. Los métodos médicos que influencian su destino se basan en la misma teoría de observación superficial y de ausencia de preguntas sobre las características del sujeto enfermo. El pedazo de carne está de más y hay que eliminarlo. Si no se puede con cirugía, se arrasa con drogas o radiaciones. Los físicos no manejan la medicina y los médicos terminan por creer que una resonancia magnética es una observación profunda. Se sigue observando el fenómeno y no la naturaleza ni el sentido del fenómeno.

Es así que ahora hay dos creencias: el malestar es una fuerza que viene de afuera y se puede influenciar sobre esa fuerza con un saber que se llama científico.

Volvamos al resfriado. Pensemos que quizás no es un virus el que lo produce (la fuerza externa) sino que es una de las formas que tiene el organismo de descargarse de una tensión que lleva demasiado tiempo acumulada. No hay fuerza externa. Los virus ya estaban y uno no se contagia de nadie sino que son ellos los que comandan esta forma de descargarse. Esto no significa que no haya virus extraños al organismo y éste intente rechazarlos porque no los reconoce. Los virus son cadenas de información y si traen una información extraña e irreconocible, el organismo se niega a aceptarla y se produce el rechazo de la misma. Pero esto no es lo que ocurre en un resfriado común. Allí hay problemas territoriales y las mucosas se inflaman para obstruir las narinas y no respirar el mismo aire que el enemigo. Los bronquios expulsan moco para escupir al invasor. Los músculos duelen para retirarse de la lucha. Y allí los virus son excelentes colaboradores para generar este estado inflamatorio que si bien es molesto, logra que el ser vivo se aísle y recupere su bienestar. La medicina en lugar de entender esto, ataca los síntomas para que el sujeto vuelva a la cadena de producción lo más pronto posible. Los médicos se comportan como aliados de un poder que exige productividad sin interesarse por la verdadera recuperación del cuerpo enfermo. El paradigma del agente externo como causa siempre presente de la enfermedad sirve a los mismos fines. Si hay un agente externo debe haber un poder que lo pueda combatir. Y ese poder es la científica medicina.

Quizás si esto hubiera quedado allí, tendríamos esperanzas de salir de esa trampa. Pero lamentablemente, la influencia de la acción médica sin un saber lógico que la sustente, generó tantos nuevos saberes vacíos, que estamos atrapados en una red que se retroalimenta de otras disciplinas y de otros saberes. La religión, la filosofía, la psicología, aportan nuevos saberes a esta interminable creencia de la enfermedad como fuerza externa y a la existencia de un grupo que tiene un saber sobre ella.

Escuchamos conceptos que parecen valiosos:

-Debemos aceptar la enfermedad si vamos a luchar contra ella.-
-La enfermedad es poderosa pero más poderosa es la salud-.
-La salud es el silencio de los órganos-.
-La enfermedad es un mal que debemos saber combatir-.

¿Quién podría negar el valor de esas frases?. Sin embargo, no sirven de nada. Son saberes que se basan en una creencia vacía. Y no porque no se pueda defender esa creencia. Sino porque ya no sirve más.

En este contexto, nos han quitado la libertad de elegir. En la historia de la humanidad, siempre hubo bandos, romanos y griegos, árabes y españoles, buenos y malos, perversos y normales, nazis y judíos. El ser humano podía optar, aún cuando esa opción fuera equivocada. Ahora es imposible elegir ya que se trata de nosotros o los virus, enemigos invisibles que destruyen a todos, sin excepción. Las organizaciones mundiales encargadas de la salud avisan que futuras pandemias son inevitables y elaboran mapas con colores cada vez más intensos y tenebrosos. La humanidad toda enfrenta al enemigo invisible y no hay opción. Por primera vez, en cientos de años, se está tomando conciencia que no es la tierra la que está en peligro sino esta especie que se ha creído excepcional y que ahora viene a enterarse que su desaparición es posible. La génesis de Adán y Eva ya no calma los temores de una especie que ha inventado el concepto de enfermedad y ahora el concepto en sí mismo la está arrasando. La fuerza externa que nos viene a destruir supera ampliamente el saber autorizado del grupo de personas que la combate. El concepto se escapó de las manos y tiene vida propia. La gente ya no se muere de la enfermedad sino del miedo que el concepto inventado le genera. El miedo no da tiempo a que la enfermedad actúe y nos mate ya que crea por sí mismo una realidad mortal. Así lo relata el cuento sufí:

-Un sabio sentado en la cumbre de una montaña, ve pasar una sombra y pregunta: ¿Quién eres?. La sombra le contesta -Soy la peste-. ¿Adonde te diriges? -A matar mil personas de ese poblado-. Bueno, ve y mata. A los pocos días, el sabio se encuentra con un hombre y le pregunta ¿De donde vienes? - Huyo de aquel poblado que ha sido atacado por la peste y ha matado treinta mil personas- Bueno, ve y huye. A las pocas horas, vuelve a pasar la sombra y el sabio lo detiene. Oye tú, me has engañado, dijiste que matarías mil personas y has matado treinta mil. ¿Porqué?. La peste le responde- No es cierto, yo solo maté mil personas, el resto, murió de miedo.-

Como médico he presenciado muchas veces el fenómeno de una persona que en pleno estado de salud y por hallazgos casuales (pruebas de rutina o un médico demasiado inquisidor) ha sido diagnosticada de un tumor en hígado, pulmón o mama. A los pocos días de ese hallazgo, el estado de salud había empeorado dramáticamente. He visto a algunas personas morir en poco tiempo luego del diagnóstico. Eso es miedo, no es cáncer. Ese es el concepto que se le ha escapado de las manos al grupo de científicos que ostenta el supuesto saber de la enfermedad. Y ese concepto se ha desbordado y ha creado una realidad autónoma entre otras cosas, porque se ha colectivizado. Se ha vuelto un saber popular. ¿Quien no ha escuchado alguna de las siguientes frases?: -El cáncer de páncreas, cuando te lo diagnostican ya es demasiado tarde-; -la quimioterapia te mata las células malas pero también las buenas-; -yo sé que me voy a morir, lo que no quiero es sufrir-; -nunca conocí a nadie que se salvara-; -la enfermedad avanza-; -hay que hacer algo- y tantas otras. El saber colectivo sobre la enfermedad no se diferencia mucho del saber de los médicos, muchos de los cuales jamás se harían (y lo dicen públicamente) el tratamiento que le indican a los pacientes.

Actualmente se escuchan muchas voces que cuestionan este concepto de la enfermedad pero la mayor parte de las veces son ignoradas, reprimidas o tergiversadas.

Es en este contexto que debemos dejar de pensar en nuevos instrumentos contra la enfermedad para comenzar a pensar en un nuevo concepto de la enfermedad. Se gastan miles de millones de dólares en investigar y producir drogas cada vez más nocivas para la salud de la humanidad y no cesan de aparecer variantes de la misma enfermedad que no responden a esas drogas o las llamadas nuevas enfermedades sobre las que ni siquiera se tiene alguna droga con la que experimentar.

La ciencia se nota perdida y actúa sin lógica. Solo intenta sacarse de encima un problema inmediato sin pensar en las implicancia futuras de su proceder. No interactúa con el resto de la sociedad que mira azorada la injusticia del poder del que participa. El gobierno que invierte doscientos mil millones de dólares anuales en productos farmacéuticos es el mismo que gasta tres millones de dólares por minuto en armas, mientras deja morir quince niños de hambre en esa misma cantidad de tiempo. La ciencia médica usa el mismo presupuesto manchado de sangre e injusticia. Y en esa confusión trata a los virus con la misma filosofía del gobierno que la sustenta: usa armas mortales.

Es justamente ese nuevo concepto de la enfermedad, el que nos va a permitir salir del atolladero en el que el viejo concepto nos ha metido. Si luchamos contra la enfermedad, luchamos contra el mensaje que pretende curarnos. Cuando una mujer se nota un bulto en la mama, debe parar toda actividad y preguntarse qué le viene a decir ese bulto. Y si no lo sabe, debe recurrir a alguien que la ayude a interpretar ese mensaje. No debe salir corriendo en busca de ese personaje que detenta un saber sobre la enfermedad porque eso la cristaliza en el viejo concepto. Y a partir de allí, solo puede esperar que se instale una guerra en su cuerpo. Y el bulto no vino a declarar la guerra sino a evitarla. Y no es que no debe hacer nada o curarse psicológicamente. Debe instalar la paz en su vida porque el bulto así se lo está exigiendo. Y eso no es poco pero es mucho más de lo que la medicina pretende con su viejo concepto de instalar una guerra entre el cuerpo de esa mujer y-.el cuerpo de esa mujer.

Los poseedores del saber sobre la enfermedad se escandalizará n ante semejante propuesta. -¡No hay tiempo que perder!; ¡Si no actuamos ahora, su vida corre peligro!- Y comenzarán a citar estadísticas no solo fraudulentas sino aterradoras. Algunos optarán por hablar de los adelantos de la ciencia y nos citarán con absoluta seriedad, los anticuerpos monoclonales, los hibridomas y la fusión entre los linfocitos B y los tumores. Suenan orgullosos de saber tanto. Y es un saber vacío porque es eficaz contra el único mensaje que pretende curarnos. Pero además es un saber corrupto, montado en la sangre de millones de seres humanos, que en lugar de salvar sus vidas, las pierden definitivamente.

No es una lucha entre los que saben y los que no sabemos. Es una lucha entre dos conceptos; el de una humanidad que se destruye a sí misma y el de una humanidad que pretende sobrevivir.

La mujer del bulto en la mama deberá elegir y optar por quimioterapia, radioterapia y cirugía y así seguir avivando el viejo concepto que nos está destruyendo o podrá hacer un verdadero cambio en su vida y dejar de sufrir por su hija que la ignora o por su esposo al que no ama. En ese cambio, habrá entendido el mensaje de ese bulto que viene a decirle: -¡No pongas más el pecho!; ¡Deja de ser madre y acepta ser mujer!; ¡Libérate de ese hombre al que no amas!-

-¿Pero quien me da las garantías de que el bulto no crecerá o que sus células se irán a mi cerebro o a mis huesos?-, dirá la mujer envuelta en las informaciones científicas pero a la vez en la realidad de conocer a tanta gente que sigue ese camino. -Nadie-se le responde-absolutame nte nadie-. Desde el viejo concepto (la enfermedad como fuerza que nos destruye), se le citarán estadísticas sobre lo que le podría pasar si no hace lo que el grupo que sabe le dice que haga. Desde el nuevo concepto (la enfermedad como mensaje para sobrevivir), se le pedirá confianza en que si hace los cambios que debe hacer, se curará. No parece ser muy interesante la opción.

Es así que la mayor parte de la gente opta por intentar hacer las dos cosas o parte de ellas o casi ninguna de ellas. O lo que sucede con frecuencia, opta por el viejo concepto y cuando ya no obtiene respuesta de él, se vuelca al nuevo concepto. ¡Cuánto miedo!

Filosóficamente, cualquiera de estas opciones viola uno de los principios en los que se funda la realidad, el de la no contradicción: -Una cosa no puede ser y no ser a la vez-. Llamativamente, buena parte de los médicos del viejo concepto están apoyando estas opciones como si con ello colaboraran con la salud del paciente.

Sin embargo, esa es la realidad. El psicoterapeuta Mario Litmanovich dice claramente -¡Necesitamos médicos sin miedo!; esa es la única manera de salir del atolladero-. Creo también que necesitamos pacientes sin miedo.

Es desde este lugar que proponemos el milagro de la curación. Milagro viene del latín y su origen es asombrarse. Curación proviene de cuidado. De eso se trata. El asombro de cuidarnos. De protegernos, de no quedarnos solos y sentir miedo. Allí aparece el asombro. Todos estamos entrelazados y somos la humanidad. No somos el paciente enfermo. Somos la humanidad enferma. Y entonces aparece el cuidado. La necesidad de tratarnos como almas, no como cáscaras.

El médico alemán Hamer repetía en sus seminarios una presentación que siempre culminaba con una frase: -Necesitamos médicos de manos calientes que hagan de la medicina un acto sagrado-. Allí estaba el centro de su propuesta. Sagrado siempre es citado como originado en sacrificar pero el sacre es un ave de rapiña. Y así se llamaba al halcón en épocas antiguas. Un ave sagrada cuyas uñas retorcidas le permiten sobrevivir hasta que madura y se vuelven inútiles. Allí debe tomar la decisión de arrancárselas con el pico si pretende sobrevivir. Si lo hace, vive una nueva vida, una nueva oportunidad de ser joven y sagrado.

El milagro de curarnos es eso. Volver a nacer fuera de nuestros roles y percibirnos como almas que se relacionan con almas. Dejar de ser hijos, esposos, madres, padres, médicos, abogados, exitosos, fracasados o perversos. Y renacer como almas con cuerpos que son usados, no descuidados.

Para ello, estamos acá. No para descubrir vacunas sino para tomar conciencia.

De lo que somos y hacia donde vamos.

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Daniel Miccael Sais