dilluns, 26 de març del 2012

Extracto libro: Nosotros, Hijos de Dios, Joseph Lucas

(...) Es cierto que nada vemos ni percibimos de la belleza del alma. Todo lo grande y hermoso que se realiza en nosotros pasa oculto a los ojos humanos. Pero sería necedad negar por eso su existencia. Es más real que las cosas que percibimos a nuestro alrededor. Un diamante no cambia su valor por verlo o no verlo. Puede estar oculto su resplandor con una burda capa; sin embargo, está ahí esperando el momento en que una mano lo libere de esa capa y lo exponga a la luz reveladora de su hermosura.
Tú tienes una diminuta simiente, un grano insignificante en la mano. Tu ojo no ve nada del valor intrínseco que se puede allí ocultar. No se echa de ver en la semilla el tallo magnífico y las pesadas ramas que un día brotarán de ella. El que contempla el grano de simiente no piensa en el árbol que invisiblemente encierra. Sin embargo, allí está el germen. Y llega un tiempo en que muere la capa exterior y se descompone, y entonces brota la vida interior; y ves con admiración qué riqueza y plenitud de vida dormían en esta simiento esperando una fuerza que les ayudara a desplegarse. (...)

LUZ Y SOMBRA


"Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad. Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino. No hay luz sin sombra, ni totalidad psiquica exenta de imperfecciones, para que sea redonda, la vida no exige que seamos perfectos sino completos, y para ello se necesita la espina en la carne, el sufrimiento de defectos sin los cuales no hay progreso ni ascenso. " -
Carl G. Jung

dimecres, 21 de març del 2012

SOBRE GUARDAR SILENCIO Y HABLAR


"Nosotros los indios sabemos del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras. 

Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Esa es la manera de vivir.

Observa a los animales para ver como cuidan a sus crías. Observa a los ancianos para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere. Siempre observa primero, con corazón y mente quietos, y entonces aprenderé¡s. Cuando hayáis observado lo suficiente, entonces podré¡s actuar.

Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman "resolver un problema". 

Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.

A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. 

Quizás deje de escucharte si no me  gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.

La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla.

Existen muchas voces además de las nuestras. Muchas voces."

Extractos del libro
"Neither Wolf nor Dog. On Forgotten Roads with an Indian Elder"
por Kent Nerburn